Entre las distintas formas de supervivencia que solemos
utilizar, el aferrarnos a una verdad indemostrable ocupa uno de los lugares
preferenciales.
Y quizá, la creencia más común, difundida
mayoritariamente en toda la Tierra, sea: la vida eterna.
Parece que las personas somos difíciles de corregir y
parece también que prometernos el cielo, el paraíso o la continuidad de la vida
en otro plano es un remedio probado.
Esto ha posibilitado a las clases sociales que podríamos
llamar dominantes, el tener cierto control sobre las mayorías y a la vez
asegurarse (desprovistas como parecen estar
de toda creencia ellas mismas en la vida eterna y en premios o castigos post
mortem) el mayor bienestar material a costa de la infelicidad del resto.
Sin dudas, si fuera el caso que nadie creyera en la vida
eterna, el paraíso, el cielo, etc. y sólo tomara como referencia para su propio
desempeño a esta vida tal cual es: nacer, vivir y morir, la administración del
mundo pudiera imaginarse compleja, peleando cada cual exclusivamente por su
supervivencia.
Pero sucede que estando en el siglo XXI, me parece poco
prudente mantener vigente un régimen de creencias que no contemple la
posibilidad de un NO como respuesta.
Con esto no estoy diciendo que se debe dejar de creer
en lo que se cree. Para nada.
Pero me parece que sería bueno tener presente que, como señalé al principio de este punto, es provechoso aceptar la posibilidad de que la realidad sea efectivamente muy distinta del deseo de la ilusión.
Pero me parece que sería bueno tener presente que, como señalé al principio de este punto, es provechoso aceptar la posibilidad de que la realidad sea efectivamente muy distinta del deseo de la ilusión.
Y eso, no empobrece a nadie. Diría yo que lo ilumina.
Sería como decirse: -Creo
que existe un cielo al que iré cuando muera pero soy consciente que quizá no lo
haya, porque, al fin y al cabo, es una especulación o una idea que de ninguna
manera puedo demostrar.
Por lo tanto,
trabajaré como si el cielo existiera, pero recordaré que mis pies están sobre
la Tierra y en tanto esto si es real y es lo presente, trabajaré para modificar
esta realidad-.
Sepan Ustedes que, como podrán comprobar por un par de
poemas que copiaré al final del libro y por muchas citas que publico en mi
página en Facebook, creo en DIOS profundamente.
Como también sabrán quienes hayan leído algún material sobre
el particular que publiqué en Internet, no soy budista, cristiano, islámico,
judío, taoísta, etc., no tengo un dogma.
Sin embargo creo en DIOS.
DIOS es para mí, superior a cualquier dogma de hechura
humana.
¿De qué estás hablando Daniel?
Digo que la mismísima creencia en DIOS no debiera ser una
herramienta de inacción sino todo lo contrario.
Sal a comprarte algunos libros de historia básicos... no
corras el riesgo de aburrirte.
Observarás que la humanidad, hecho comprobado a sangre y
fuego, ha experimentado miles de guerras con millones de muertos.
Observa el comportamiento de la naturaleza y comprobarás
la existencia de miles de distintas catástrofes geológicas y climatológicas con
su consecuente caudal de víctimas fatales.
Repito: yo creo que DIOS existe (y que sabe lo que hace)
pero… ¿Acaso no será posible que su silencio sea una forma de decir: -¡Querida persona, hazte cargo del mundo! De
ti depende?-.
No sé si queda claro el punto.
Digo que muchos de nuestros valores son fruto de una
influencia externa (familiar, escolar, social, etc.) que nunca ponemos en duda.
Y así las cosas, entonces damos por sentado que: DIOS se
lo pagará… y nunca se lo cobra; DIOS ya lo arreglará… y nunca se arregla; DIOS
ya tal cosa… y DIOS guarda silencio.
Si yo fuera DIOS (da gracias que no lo sea) imagino que
haría lo mismo.
Siendo como somos, personas maravillosas, mayormente con
un cuerpo y una mente apta para alcanzar muchas metas y para aprender a
trabajar en conjunto, dejamos en manos de DIOS el cuidado de nuestra propia
existencia; no nos hacemos cargo de nuestras obligaciones con nosotros mismos y con el mundo, y
mientras: las cosas pasan y seguimos abrazados a un peluche que nos regalaron
que dice: “Confía en DIOS”.
Aprende a creer en ti, profundamente.
Como reza un proverbio anónimo sufí: “Todo lo que
necesitas, incluido DIOS, está en ti, no fuera de ti”.
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