Está de moda repetir hasta el cansancio que el único
momento real es el presente.
Sin dudas, esto es así: el pasado fue (ya no estamos en
él), el futuro quizá será (todavía no estamos en él), el presente es y nosotros
somos.
Y no solo eso: el presente es un “instante” que se vuelve
pasado sin detenerse.
Pero, en medio de tanta difusión de recetas mágicas para
la felicidad, es probable que no quede claro algo respecto de este tema que, a
ser sincero, no suele ser puntualizado debidamente.
Comencemos por decir que el pasado es útil en la medida
que nos sirve como recordatorio de nuestra actividad anterior y, en ese
sentido, nos puede ayudar a no reiterar experiencias negativas y también a
volver a repetir las positivas.
Es nuestra fuente de antecedentes de vida que nos ayuda
en el plano de lo que llamamos experiencia.
Desde luego, quedarse suspendido en el pasado, por
ejemplo añorándolo, resulta en una actividad que nos paraliza hacia adelante.
No nos deja disfrutar el presente ni proyectar el futuro.
Definitivamente, el pasado debe ser útil (y utilizado) para
recordar con serenidad los buenos momentos y cuidarnos de no repetir los malos.
Sigamos ahora con el futuro.
Imaginarnos el mañana es una actividad de cierto riesgo.
No estoy diciendo nada en contra de planificar el mañana,
que es una tarea fundamental a realizar en el presente.
Estoy hablando de imaginarnos el mañana. Esto es dar por
seguro o muy probable un resultado futuro en función de nuestra actitud hacia
ello.
Esto también es nocivo.
No sabemos si mañana llegará, hay muchas variables que no
manejamos, y baste recordar que nuestra propia naturaleza “mortal” debiera advertirnos
de no dar por sentado lo que vendrá o viviremos.
Y, así, llegamos al presente.
Vivir el presente es el único momento que tenemos seguro.
Ustedes están leyéndome ahora; no hay uno solo entre
Ustedes que pueda asegurar que mañana continuará leyendo. Del mismo modo, yo no
puedo asegurar que terminaré de escribir este libro.
Solo el presente existe y por eso la invitación a tener
conciencia del presente.
Pero: ¿vivir el presente es tan solo vivirlo?
Un factor fundamental a la hora de vivir el presente es
fomentar una “conciencia del presente”.
Desarrollar una ejercitación de nuestra mente que nos
permita no distraernos en el presente con cosas del pasado ni con sueños del
futuro.
Ese es el verdadero “vivir el presente”.
Ustedes están leyendo esto y de repente algo de lo
escrito o algo del entorno, les rememora una situación pasada. Entonces, se
ponen a recordarla unos instantes, luego de los cuales comprenden que
terminaron por dedicarle un tiempo importante a ese recuerdo que les robó parte
del presente.
Esto es muy manifiesto cuando ese recuerdo es
particularmente triste.
Se cierran en él, vuelven a revivir la tristeza y
terminan por comprender que es irresoluble, que ya fue, que no puede hacerse
nada y que es tiempo perdido dedicarle momentos de su vida actual.
Pero al no estar debidamente alertas, conscientes del
presente, sufren esos manejos emocionales tan comunes de nuestra actividad
intelectual.
Pudiera ser también que Ustedes están leyendo esto y de
repente algo de lo escrito o algo del entorno, les invita a imaginar una
situación futura.
Entonces se ponen a imaginarla en detalle y a medida que
pasan los segundos esa imagen trae otras y esas otras y terminan por generar
una serie de especulaciones sobre el porvenir que, las más de las veces, ni
siquiera se relaciona con la primera idea surgida.
Algo similar sucede cuando comenzamos a hablar con
alguien sobre el clima y de allí pasamos al tema de una película y de allí a
los precios de tal producto y de allí a muchas cosas más y al final nos reímos
al darnos cuenta que, inconexamente, empezamos hablando del clima y finalizamos
la charla con un chiste sobre el matrimonio.
Estas cosas suceden porque nuestra mente siempre busca
ser más poderosa que nuestra voluntad.
Propónganse mirar un cuadro o cualquier otra imagen
similar y fija que tengan en alguna pared.
Procuren centrar su atención en una porción de la imagen,
en un detalle de ella.
Observarán que al poco rato de hacerlo su mirada querrá
(y lo logrará) desviarse hacia otro sector.
No es que Ustedes no quieran centrar su atención en el
detalle que fijaron para su objetivo. Es que su mente (por falta de ejercicio)
los seduce como si una voz interior les dijera: ¡Que aburrido quedarse mirando
solo esto cuando hay tanto para ver!
Y he aquí una cuestión que muchos mantienen oculta como
si se tratara de algo solo para elegidos: Realizar ejercicios de concentración
sobre imágenes u objetos, o sobre mantener determinadas posturas físicas
durante un lapso prolongado, ejercita nuestra voluntad para el dominio de nuestra
mente, y solo dominando nuestro pensamiento para que se acomode a nuestra real
voluntad, podemos vivir un presente más feliz.
Al respecto les recomiendo un libro muy viejo, titulado
“Curso práctico de concentración mental”, de Ernesto Wood.
Ese es el camino. Aunque el dicho diga que todos los
caminos conducen a Roma, la realidad es que siempre existirá una forma más
efectiva de llegar, más segura, con menos escollos, sin tener que pagar tantas
estadías.
En definitiva, vivir el presente es un constante ejercicio
de dominio sobre el exacto momento que estoy viviendo y por lo tanto no se
trata de hacer lo que me viene en gana sino de hacer lo que conscientemente
deseo hacer, sin desviarme de disfrutarlo, sin interferencia de ningún
tipo.
Atención, también es necesario recordar que en el
presente debemos realizar tareas, acciones, que no suelen ser las que
efectivamente deseamos hacer pero que son las que “tenemos que hacer”. Por ejemplo, trabajar.
Y, en definitiva, tomar conciencia de que ese momento
presente es para el trabajo y desvincular esa actividad de todo matiz negativo,
aprovechándolo para estar concentrados en ello, es otra forma de vivir el
presente algo más plácidamente.
El presente está compuesto de muchos instantes variados,
de matices agradables y desagradables. Pero Amigas y Amigos, tener en cuenta
esta realidad es una verdadera “conciencia del presente”.
Al leer la frase: “Vive solo el presente”, y si realmente
quieren disfrutarlo, recuerden que no se trata de hacer lo que me viene en
gana sino de hacer lo que conscientemente deseo hacer.
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