Sería de muy buena ayuda si cada uno de nosotros pudiera
tener padres llenos de armonía, equilibrio, paz interior, y nos guiaran sin
errores en nuestros primeros años de vida.
Nos permitiría crecer con los cuidados que solemos ver en los viveros.
Allí a los arboles jóvenes, se les coloca a su lado un palo recto que asegura su crecimiento derecho, sin torcerse. También se cuida el abono de la tierra, los nutrientes que recibirá y se presta atención a la maleza, quitándola de su entorno, impidiendo de ese modo cualquier invasión no deseada.
Nos permitiría crecer con los cuidados que solemos ver en los viveros.
Allí a los arboles jóvenes, se les coloca a su lado un palo recto que asegura su crecimiento derecho, sin torcerse. También se cuida el abono de la tierra, los nutrientes que recibirá y se presta atención a la maleza, quitándola de su entorno, impidiendo de ese modo cualquier invasión no deseada.
Pero los infantes no son árboles ni los padres expertos
jardineros.
Rara vez solemos llegar a este mundo como fruto de una
decisión previa debidamente formulada por nuestros progenitores.
Simplemente, llegamos al mundo… y padres e hijos aprendemos conjuntamente la función de educar y ser educados.
Simplemente, llegamos al mundo… y padres e hijos aprendemos conjuntamente la función de educar y ser educados.
Otras veces, y no suelen ser pocas, nuestra aparición en
este mundo genera conflictos de pareja que terminan por separar a los padres;
otras, alguno de ellos muere; otras, la vida lleva a los progenitores a una
rutina de constante ocupación diaria para sobrevivir que termina alejándolos,
involuntaria e indefectiblemente, de sus propios hijos.
De tal modo, puede apreciarse que, en líneas generales
podemos afirmar que nacemos y crecemos medianamente solos.
Sin duda, el amor de muchos padres ayuda a nuestro
desarrollo, pero puede resultar una dosis insuficiente en este camino de ser
nosotros mismos.
Podríamos, inclusive, imaginar que se den las condiciones
ideales: que haya padres llenos de armonía, equilibrio, amor. Pero también es
verdad que mientras las personas somos bebes, niños o adolescentes, nos
encontramos en una etapa de investigación interna que muchas veces nos lleva a descartar
cualquier buen consejo, aunque provenga de aquellos que nos aman genuinamente.
Y esto sucede, no por puro capricho sino por mera
condición humana: Necesitamos tener nuestra propia experiencia.
Pero supongo que a esta altura de tu vida, y teniendo
presente que Tú misma/o decidiste leer este material, seguro tienes interés en
generar algunos cambios en tu conducta, en tu forma de ver el mundo, en tu
manera de pensar, porque te diste cuenta que: si no todo marcha como deseas
quizá Tú misma/o tienes algo que ver en el asunto.
Y entonces decidiste que es hora de un cambio.
De eso tratan estas páginas que llegan a Ti en forma
totalmente “gratuita”, lo cual te asegura que si no lo encuentras útil o de tu
agrado, al menos no tuviste que gastar tu
dinero.
Desde luego que si alguna vez se me propone editarlo en
formato de papel (libro o similar) podrás comprarlo. Pero siempre estará a tú
disposición la versión completa en internet para que la copies o escuches
gratuitamente.
No encontrarás aquí ninguna formulación a asociarte a
alguna religión, movimiento filosófico,
doctrina, etc.
Tampoco serás invitada/o a participar de talleres,
charlas o retiros donde previo abono por tu integración recibas una conferencia
llena de hermosas palabras para que salgas de allí reconfortada/o por algún
tiempo.
Te mostraré algunas cuestiones que indagué y el resultado
que obtuve.
Se trata de cosas que me han servido y quizá te sirvan
también.
Antes de comenzar quiero decirte que: Si te estás
preguntando porqué este material es gratuito, de libre distribución y sin
segundas intenciones encubiertas, la siguiente es mi respuesta concreta:
Todo lo que leerás aquí no es más que una recopilación
personal de mucho material bibliográfico, películas, portales de internet,
conferencias, charlas de café o al azar, vivencias propias, que se han
presentado en distintos momentos de mi vida.
Todo el material que he leído, visto, oído y vivido, me
demostró que desde la mismísima iniciación de la humanidad, las respuestas son
siempre las mismas.
Las distintas religiones, filosofías, terapias, etc., son
una reiteración de principios que estuvieron allí constantemente, esperando ser
oídos.
Cualquier cosa que se diga sobre el ser uno mismo o la
felicidad, no es más que la reiteración de un principio, regla o fórmula ya
expresados antes, sólo que con un nuevo formato.
No hay nada nuevo bajo el sol. Y no es extraño porque las
personas somos, básicamente, similares.
Por lo tanto, ¿cómo se puede cobrar, bajo la excusa de
estar ayudando a alguien, por repetir lo que se sabe desde hace tanto tiempo?
Muchas veces expresé en mi portal del Facebook:
“Si alguien quiere ayudarte de verdad, lo hará gratis. No
te venderá libros ni plateas para escucharlo, no deseará tu dinero ni tus
bienes. Cumplirá con la ley escrita en tu corazón que te lleva a dar sin pedir
nada a cambio”.
Podría agregar a eso que: tampoco te pedirá que lo sigas
y mucho menos que formes alguna nueva ideología a partir de su mensaje.
Sólo te pedirá que aprendas a seguirte a ti mismo, sin
olvidarte de los demás.
No he tenido que pagar nada por estar vivo.
Si he llegado hasta aquí, disfrutando de la vida, lo
mejor que puedo hacer en agradecimiento es dar gratis.
Daniel Adrián Madeiro
No hay comentarios:
Publicar un comentario