Hace un tiempo atrás, como participante de un curso sobre
motivación para mejorar las relaciones laborales, el instructor pidió algunos
voluntarios que quisieran preparar algo al respecto para presentar en la clase
siguiente.
Me postulé.
Llegado el día, comencé mi humilde presentación
proponiendo un ejercicio que extraje del interesante libro de Estanislao
Bachrach, “Ágil Mente”.
-Cerremos los ojos
durante treinta segundos- dije- e
imaginemos una puesta de sol-.
Acto seguido les comenté que, tal como había leído, podía
afirmar que la mayoría de ellos había imaginado una puesta de sol tradicional:
en la playa, la montaña, el campo.
Difícilmente, un ocaso tras edificios o sobre las vías de
un tren.
La razón, también extractada del libro es que “el cerebro no quiere gastar energía en algo
que ya conoce”… en cuanto le sea posible buscará la respuesta “en lo conocido, en lo que no requiere
esfuerzo o requiere el mínimo”.
En definitiva, en cuanto nos es posible, hacemos el menor
esfuerzo mental.
Y, aunque no nos demos cuenta, esta actitud la llevamos a
todos los ámbitos de nuestra vida.
Después, le pedí permiso al instructor para usar sus
hojas afiches a modo de pizarra.
Una vez allí realicé una serie de dibujos muy toscos, con
círculos y líneas rectas, que sirvieron al objetivo pero que no son los que
pego a continuación (soy pésimo dibujando).
Entre otras cosas dibujé lo siguiente:
Entonces pregunté a mis compañeros qué veían. Me
contestaron un gordo y un flaco.
Pasé a otras siluetas:
Reiteré la pregunta y me contestaron: un viejo y un niño.
Luego algunas siluetas más:
Contestaron: un pobre y un rico
Luego:
Respuesta: Un hombre y una mujer.
Hasta aquí nada sale de lo previsto. Seguramente tú
hubieras contestado exactamente lo mismo.
Pero decidí cambiar algo al final.
Coloqué todas las siluetas dentro de un círculo, a la
manera de los conjuntos matemáticos, y volví a preguntar:
La maravillosa respuesta fue: un grupo de personas.
Y esta es la forma en que podemos sintetizar nuestra
propensión a etiquetar lo que está separado y a unificar lo que está formando
parte de un “todo”.
Esto nos muestra que, si nos tomáramos el trabajo de ver
entre los individuos que tratamos a uno más entre los millones que somos,
sabríamos ver personas, tan solo personas, sin dividir en lindos y feos,
mujeres y hombres, ricos y pobres, flacos o gordos… solo personas.
Y es con ellas con las que tratamos: con “personas”.
No interesa, o al menos no es relevante en una primera
consideración, etiquetarlos, fijar sobre ellos una consideración que solo tiene
que ver con nuestros gustos o (quizá) nuestros prejuicios.
Si logramos ver en cada individuo con el que tratamos
únicamente a una persona, sin sexo, sin edad, sin clase social, sin valoración
estética sobre ella, entonces estamos dando un gran paso hacia un trato de
igual a igual.
Dejamos de hablar con un gordo o flaco, y pasamos a
hablar con una persona.
Dejamos de hablar con un gay o lesbiana, y pasamos a
hablar con una persona.
Dejamos de hablar con un pobre o rico, y pasamos a hablar
con una persona.
Dejamos de hablar con un niño o viejo, y pasamos a hablar
con una persona.
Etcétera, etcétera.
Ya no circunscribimos nuestra apreciación a su condición
externa sino a su indiscutible condición natural: se trata de una persona.
Si logramos recordar el ejemplo y cada vez que nos
relacionamos con alguien lo ponemos dentro de un imaginario conjunto (del que
formamos parte) donde hay miles y miles de “personas”, tendremos la posibilidad
de relacionarnos con ellas sin tantos prejuicios, temores, especulaciones
arbitrarias.
Incluso podremos darnos cuenta en su actitud si ella lo
está haciendo o si se basa en lo externo que ve de nosotros.
No soy estúpido y sin duda muchos juegan a un trato
igualitario para sacar ventaja solo para sí mismos.
Pero el ejercicio es válido como propuesta de arranque y
más válido aun cuando compruebas (siempre recordando el margen de falibilidad)
que la persona con la que tratas es recíproca en su actitud.
Así que, en cuanto te sea posible, relaciónate
exclusivamente con personas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario