viernes, 28 de febrero de 2014

EN CUANTO TE SEA POSIBLE, RELACIÓNATE EXCLUSIVAMENTE CON PERSONAS

Hace un tiempo atrás, como participante de un curso sobre motivación para mejorar las relaciones laborales, el instructor pidió algunos voluntarios que quisieran preparar algo al respecto para presentar en la clase siguiente.

Me postulé.

Llegado el día, comencé mi humilde presentación proponiendo un ejercicio que extraje del interesante libro de Estanislao Bachrach, “Ágil Mente”.

-Cerremos los ojos durante treinta segundos- dije- e imaginemos una puesta de sol-.

Acto seguido les comenté que, tal como había leído, podía afirmar que la mayoría de ellos había imaginado una puesta de sol tradicional: en la playa, la montaña, el campo.
Difícilmente, un ocaso tras edificios o sobre las vías de un tren.

La razón, también extractada del libro es que “el cerebro no quiere gastar energía en algo que ya conoce”… en cuanto le sea posible buscará la respuesta “en lo conocido, en lo que no requiere esfuerzo o requiere el mínimo”.

En definitiva, en cuanto nos es posible, hacemos el menor esfuerzo mental.

Y, aunque no nos demos cuenta, esta actitud la llevamos a todos los ámbitos de nuestra vida.

Después, le pedí permiso al instructor para usar sus hojas afiches a modo de pizarra.

Una vez allí realicé una serie de dibujos muy toscos, con círculos y líneas rectas, que sirvieron al objetivo pero que no son los que pego a continuación (soy pésimo dibujando).

Entre otras cosas dibujé lo siguiente:



Entonces pregunté a mis compañeros qué veían. Me contestaron un gordo y un flaco.

Pasé a otras siluetas:



Reiteré la pregunta y me contestaron: un viejo y un niño.

Luego algunas siluetas más:
 
Contestaron: un pobre y un rico

Luego:



Respuesta: Un hombre y una mujer.

Hasta aquí nada sale de lo previsto. Seguramente tú hubieras contestado exactamente lo mismo.

Pero decidí cambiar algo al final.

Coloqué todas las siluetas dentro de un círculo, a la manera de los conjuntos matemáticos, y volví a preguntar:




La maravillosa respuesta fue: un grupo de personas.

Y esta es la forma en que podemos sintetizar nuestra propensión a etiquetar lo que está separado y a unificar lo que está formando parte de un “todo”.

Esto nos muestra que, si nos tomáramos el trabajo de ver entre los individuos que tratamos a uno más entre los millones que somos, sabríamos ver personas, tan solo personas, sin dividir en lindos y feos, mujeres y hombres, ricos y pobres, flacos o gordos… solo personas.

Y es con ellas con las que tratamos: con “personas”.

No interesa, o al menos no es relevante en una primera consideración, etiquetarlos, fijar sobre ellos una consideración que solo tiene que ver con nuestros gustos o (quizá) nuestros prejuicios.

Si logramos ver en cada individuo con el que tratamos únicamente a una persona, sin sexo, sin edad, sin clase social, sin valoración estética sobre ella, entonces estamos dando un gran paso hacia un trato de igual a igual.

Dejamos de hablar con un gordo o flaco, y pasamos a hablar con una persona.
Dejamos de hablar con un gay o lesbiana, y pasamos a hablar con una persona.
Dejamos de hablar con un pobre o rico, y pasamos a hablar con una persona.
Dejamos de hablar con un niño o viejo, y pasamos a hablar con una persona.
Etcétera, etcétera.

Ya no circunscribimos nuestra apreciación a su condición externa sino a su indiscutible condición natural: se trata de una persona.
Si logramos recordar el ejemplo y cada vez que nos relacionamos con alguien lo ponemos dentro de un imaginario conjunto (del que formamos parte) donde hay miles y miles de “personas”, tendremos la posibilidad de relacionarnos con ellas sin tantos prejuicios, temores, especulaciones arbitrarias.
Incluso podremos darnos cuenta en su actitud si ella lo está haciendo o si se basa en lo externo que ve de nosotros.

No soy estúpido y sin duda muchos juegan a un trato igualitario para sacar ventaja solo para sí mismos.

Pero el ejercicio es válido como propuesta de arranque y más válido aun cuando compruebas (siempre recordando el margen de falibilidad) que la persona con la que tratas es recíproca en su actitud.


Así que, en cuanto te sea posible, relaciónate exclusivamente con personas.

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