Es tan fuerte nuestra necesidad de creer en alguien de
carne y hueso que solemos idealizar a las personas.
A veces, es suficiente que ellas pertenezcan a algún
grupo en particular (religiosos, profesionales de distintas ramas, etc.) para
que demos por sentado que se trata de personas excelentes y dejemos de lado
toda duda sobre sus dichos o su comportamiento.
Baste darse cuenta que con total naturalidad damos mayor
preponderancia a lo que dice una persona con título habilitante sobre un tema
“X”, que a lo que sobre el mismo punto menciona alguien sin autoridad académica
al respecto.
Desde luego que no estoy hablando de valorar de igual
modo cualquier exposición.
Digo que pudiéramos estar alertas a la posibilidad de que
un “experto” pueda estar equivocado tanto como un “neófito” cerca de la verdad.
La idealización es aún más pronunciada cuando el sujeto
está entre nuestros seres amados.
Así sucede que el dicho: “El amor es ciego”, se cumple al
pie de la letra.
A quienes amamos los vemos libres de toda sospecha.
Esto se produce no porque no sean personas sin la misma
posibilidad de cometer errores o defraudarnos u ocultarnos su lado oscuro, como
cualquier otro.
Es nuestra necesidad de ellos, nuestro miedo a perderlos,
el que nos vuelve “ciegos” ante cualquier indicio negativo que para alguien no
involucrado en la relación resulta evidente.
No es extraño entonces que en la infidelidad de parejas
el afectado sea el último en enterarse.
Con estos elementos presentes, ten en cuenta, siempre que
te sea posible, de ver a las personas tal cual son: personas.
Como cité en algún lugar, este que te está escribiendo es
igual a ti: tiene miedos, debilidades, defectos, etc., y entre otras cosas no
está redactando esto porque sepa todo lo que hay que hacer y lo haga, sino para
recordarlo en cada párrafo que escribe y sentirse más comprometido en su
propósito interno de mejorar.
Lejos estoy de toda perfección y, a lo mejor, este
reconocimiento es mi única virtud.
Tus seres amados (pareja, hijos, familia) y otros
referentes que la sociedad coloca en sitiales de preferencia, son personas como
tú.
Y tú sabes que no eres perfecto. Entonces no te imagines
que la perfección pudiera estar presente en otros.
Ama, disfruta, comparte, pero no idealices.
No olvides una de mis citas predilectas de las Leyes de
Murphy: “Si algo puede fallar, fallará”… o tal vez no pero, tenlo presente.
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